viernes, 30 de septiembre de 2016

Presentación

No sé su nombre, aunque me susurraba al oído historias y conducía mi mano por las líneas, a la velocidad de un sonámbulo que deambula inconsciente por la baranda.
Colgado de las anillas del bloc ejercía gimnástico sus piruetas y equilibrios, y si rebasaba los márgenes de la hoja los árbitros de la cuadrícula podían descalificarle.
No sé su nombre, pero era un placer sentarse frente a la página y verle saltar con pértiga los postes de las eles, resbalar con los patines el vientre de la uve, y nadar como Mark Spitz por las blancas calles del interlineado.
Una mañana cualquiera, de alguno de los meses del calendario, en cualquier año sin guerra, él tropezó en un encabezamiento, y con tan mala fortuna que fue a dar con los dientes en los muros de la letra capital. 
Desde entonces, desdentado, pronunciaba como una boca llena de crema, y confundía las ces con las ges, y los diptongos con un señor gordo. Así, dejó de pronunciar la ce final de bloc y la sustituyó por una ge. Bloc pasó a ser blog, y un loco de atar un logo de remate. 
Todavía sigue aquí, revoloteando, susurrando, conduciendo, generoso,mis manos por las líneas, a la velocidad de un sonámbulo que deambula inconsciente por la baranda... aunque no sepa su nombre.  (JD)

“Al fin y al cabo, la carne es siempre panza de rana”

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